lunes, 31 de enero de 2011

La desvalorización del trabajo femenino



“A pesar de que desde 1917, el artículo 123 constitucional establece que por trabajo igual deben recibir salario igual, las mexicanas siguen percibiendo menor remuneración, porque se sigue creyendo que su pago es complementario al del hombre en la familia, ignorando con ello, que las mujeres sostienen 25 por ciento de los hogares en el país”. Esta afirmación la retomo de CIMAC noticias, porque resulta contundente y nos recuerda que la equidad laboral y salarial es todavía un espejismo para millones de mujeres en México y en el mundo.

He dicho varias veces que el mundo laboral está pensado por y para hombres, las cifras anteriores también así lo demuestran.  Millones de mujeres sostienen por sí mismas a sus familias con sus ingresos en un contexto económico, político y social por demás complicado ya que “además de los salarios, el deterioro laboral se ha caracterizado por la extensión de las jornadas de trabajo por encima de la ley y en los últimos 11 años, aumentó 20% la población económicamente activa que trabaja más de 48 horas semanales”.

Es decir, las mujeres trabajan muchas horas más pero en empleos precarios tales como la economía informal y los empleos temporales pero ellas recibe 30% menos del salario que reciben los hombres por la misma labor.

En América Latina, prevalece una cultura de desvalorización del trabajo femenino que las coloca en una triple discriminación, por ser mujeres, pobres y de raza o etnia diferente.

Al respecto, Helena Hirata, directora del departamento de Sociología de Sao Paulo, consideró que es “necesaria la creación de nuevos modelos económicos para conciliar la vida política y privada de las mujeres, reto que esta crisis económica nos presenta, porque ha propiciado el aumento de la precarización de las condiciones laborales de las mujeres”.  Sin duda, a discriminación laboral a la que nos enfrentamos las mujeres, nos muestra también que en un porcentaje importante, las mujeres continuamos trabajando en las labores domésticas y el cuidado de los otros. 

Debemos repensar en qué condiciones las mujeres nos insertamos en el mercado laboral ya que éste continua reproduciendo las desigualdades de género.




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